Chen soñaba con ser pintor. Su familia era pobre y no podía comprar pinturas, ni tampoco comprar un pincel. Pero Chen persiguió su sueño, y un día su obstinación se vio recompensada con el regalo de un anciano: un pincel mago!
A partir de entonces, todo lo que diujaba Chen cobraba vida, pero Boya, el jefe del pueblo, un hombre codicioso y sin corazón, quería a toda costa conseguir el maravilloso pincel...